martes, 27 de mayo de 2008

El Yonko sí ha pasado hoy...

Hoy ha ocurrido.

Ha parecido que la creación de este blog ha sido una llamada divina, o más bien una llamada drogadicta, para que nuestro menos fiel amigo haya regresado a este lugar. La monotonía que comentábamos ayer ha sido interrumpida por un suceso tan breve como apoteósico, tan transigente como frugal.

Alrededor de media tarde, un grito repetitivamente repetido a vuelto a repetirse: "Yonko, estás enganchao a to la mierda". Ha sido como una señal, como la advertencia del macho dominante de la manada que hace moverse a todos sus súbditos con un simple gesto. Las ventanas de la RUSJ, esos ostensibles huecos que hacen nuestra vida mucho más feliz, se han abarrotado de personas vociferantes pidiendo más, mucho más. "Enganchao..."

Pero esta vez nuestro amado Yonko no venía solo. Y no me estoy refieriendo a su cánido acompañante a cuyos parásitos alabamos ayer, si no a algo mucho más impactante: el compañero era otro Yonko, cuya valentía advertimos por su actitud amenazante. Pudimos comprobar cuán intrépido era el desde ahora denominado Yonko II el Toxicómano cuando hizo un gesto cuyo significado recordaba a la revanación de nuestros universitarios cuellos. Inmediatamente después, se han albergado en el refugio eterno de su morada.

Vale. Me podéis reprochar que este episodio ha sido demasiado corto, lo aceptaré; podéis quejaros de no ha habido mucha acción, no lo negaré; podéis reprocharme que el compañero del Yonko no engancha (curioso juego de conceptos, por cierto), y olvidaré mi orgullo y diré que sí, que es cierto... Pero hay una cosa que no podéis echarme en cara: que un personaje de tamaña magnificiencia como Yonko I el Enganchao a toa la mierda se merece esto y mucho más.

Id con Dios.


PD: Investigad sobre las cabras arborícolas, una especie sin igual que merece la pena contemplar.

lunes, 26 de mayo de 2008

El Yonko no ha pasado hoy...

Algo está cambiando allá, en el mundo exterior.
En los últimos días, el clima de la RU se ha tornado gris, decadente, inerte... La impresencia de un individuo cercano a todos nosotros (a pesar de los siete metros y la verja que separa nuestras existencias), inexplicable y a la vez comprensible, ha creado un ambiente de frustación y desidia nunca visto antes por estos lares.
Añoramos su tupido vello (larga melena ventilada y andrajosamente caspo-piojosa), esa deshilachada camiseta de los Who que eventualmente era cubierta por una americana de estilo informal, su hipócrita sonrisa en los momentos de esplendor de nuestra relación mutua (combinada con exclamaciones chulescas relativas a la cópula con progenitores, tales como "a tu madre me la voy a follar"), ese cánido acechante que le escoltaba en todo momento, encadenado a su alma cual niño-mono a un palo de regaliz... Por todo eso y, sobre todo, por ese carisma singular que rompía nuestra monotonía diaria, te decimos: Yonko you'll never walk alone (tu perro te acompañará).