sábado, 7 de junio de 2008

(CONTINUACIÓN DEL POST ANTERIOR)

Antes de continuar con la historia de la encerrona de Mortadelo, me gustaría advertir a los lectores de que las líneas que en estos momentos ocupan su atención no provienen de la ingeniosa, hábil, astuta y brillante mente de aquel que se haca llamar "Mortadelo" en este blog, sino de un servidor, "Marianito el Corto", un humilde contribuidor a esta comunidad cultural que, por supuesto no está (ni por asomo) dotado del poderoso manejo de la dialéctica ni de las ocurrentes e ingeniosas expresiones lingüísticas del creador de esta página, pero que, con su permiso y con gran atrevimiento, intenta aportar su granito de arena a este proyecto.

El relato se había interrumpido en el momento en el que Mortadelo estaba encerrado en el cuarto de Administración, y las chicharras de las habitaciones habían empezado a vibrar. Estos eran unos momentos de gran confusión y alboroto. El vestíbulo empezó poco a poco a llenarse de curiosos y merodeadores y al poco tiempo había un nutrido grupo de personas congregado en la amplia estancia. Mortadelo llevaba ya media hora encerrado en el cuarto y a alguien se le ocurrió una brillante idea y original idea: encerrar a Mortadelo. La proposición fue recibida entre vítores y aplausos y al poco rato ya estaba poniéndose en práctica. Valiéndose de una finísima aunque (en teoría) resistente cuerda de hilo, un grupo de hombres se acercó a la puerta de Administración y valiéndose de su perspicaz manejo de los instrumentos de acción manual, enrollaron la cuerda varias veces en el pomo de la puerta, la ataron a continuación a un clavo y después la enredaron entre las columnas para finalmente llevarla hasta la puerta del servicio de las limpiadoras. Cabe destacar a estas alturas que resultaba particularmente cómico (por no decir irritantemente irónico) contemplar cómo el Oliveño Fronterizo manejaba con ansia infantil la cuerda y profería alborotadores gritos de nerviosismo cuando, hace escasamente 4 meses no se podía armar jaleo porque "Estamos en pegggiodo de exámenes". Claro que si, Paquito, ahora no estamos en periodo de exámenes (cómo se nota que las enfermeras ya se han ido...)

Continuemos con la narración. Estamos en los instantes de máxima tensión y cada residente liberaba la adrenalina acumulada de distinta manera: unos gritaban (distorsionando inteligentemente su voz), saltaban y hacían el mono, otros preferían gastar energía y saliva en producir sonidos con la trompeta cojonera, un reducido grupo de osados valientes (Serón y Ñoño) estaban apoltronados en los sofás sin miedo a ser apuntados como culpables de la broma en caso de que la puerta se abriera de golpe, algunos se paseaban impunemente de un ala a otra poniendo cara de circunstancia (Lechoso) o, como en el caso de Michélico, con un gatito en los brazos cual Vitto Corleone. Me gustaría señalar que, de entre la multitud, había una persona (Politoxicómano) que se preocupó por Mortadelo ("Vamos a abrir la puerta, no vaya a ser que se haya suicidado") Cuando parecía que no iba a ocurrir nada ocurrió... nada. Bueno, sí, la puerta de Administración se abrió en dos tiempos (primero se abrió un poquito y luego, al darse cuenta de que algo tiraba, usó toda su descomunal fuerza para abrirla de golpe) Resultaba evidente que la puerta iba a abrirse (sobre todo porque fue Bicho Palo el que la aseguró al pomo de la puerta del servicio de las limpiadoras) pero el caso es que la estampida fue general: cientos de personas corrieron a esconderse en la primera puerta que pillaran. La broma había resultado un fiasco.

Este post debería concluir aquí de no ser por una circunstancia que aconteció a posteriori. Resulta que Mortadelo, contra todo pronóstico y haciendo algo que no había hecho nunca, llamó por teléfono a la Farlopera (jodiéndole de paso su 9º Aniversario de Boda con el Coto, según fuentes filedignas serónicas) que se presentó a la media hora siguiente y se puso a preguntar por todos los cuartos la ubicación geográfica exacta de Paquito y Colate (cuando llegó al cuarto de Niño Mono se rascó sospechosamente la nariz, seguramente como consecuencia de un resfriado veraniego...) El caso es que las consecuencias de este acto de vandalismo-terrorismo juvenil son: Paquito una semana a casita y Naxo Huelva, ídem.

Bueno, mi compañero y yo hemos escrito una dantesca redacción de la que sólo podemos entresacar dos conclusiones que ya conocíamos de sobra: Mortadelo está gilipollas y Paquito... también.

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